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Jordi Subirós: lo que Winerim aporta a un responsable de F&B

¿Qué harías si tuvieras que gestionar una carta con más de 400 vinos y cada vez que cambia un precio tuvieras que reimprimirla entera?

Pues eso mismo es lo que pasaba en el restaurante El Motel, uno de los restaurantes con más trayectoria y personalidad del Alt Empordà. Y quien estaba al frente de esa situación no era otro que Jordi Subirós, su responsable de F&B. Una figura con los pies en la tierra, con criterio claro, y sobre todo, con una obsesión sana por mantener la calidad sin complicarse la vida más de lo necesario.

Como él mismo dice, “cuando tienes una carta de vinos en papel, y sube el precio de una botella, tienes que volver a imprimirla”. Algo tan simple como cambiar una añada, o ajustar el margen de un vino se convertía en una tarea que restaba tiempo y energía. Y peor aún, la información que recibía el cliente muchas veces no estaba al día. 

¿Te suena esta situación? Si trabajas en restauración y tienes una carta de vinos mínimamente seria, es bastante probable. Pero en este caso, hay una diferencia importante: Jordi Subirós encontró una solución.

Sigue leyendo porque te lo vamos a contar en detalle.

Jordi Subirós y su enfoque en la gestión F&B

¿Qué hace exactamente un responsable de F&B en un restaurante como El Motel? No es solo comprar bien y vender mejor. Es tomar decisiones cada día que afectan al sabor del plato, al margen del ticket y, sobre todo, a la experiencia del cliente.

Para Jordi Subirós, su papel como responsable de F&B tiene mucho que ver con mantener el equilibrio entre calidad, rentabilidad y coherencia con el entorno. Nada de artificios. Todo parte de una máxima sencilla: si tienes un buen producto, cuídalo. Si estás en una zona con proveedores de calidad, aprovéchalo. Y si puedes simplificar los procesos sin perder el control, adelante.

En su día a día, eso se traduce en controlar compras, ajustar ventas y mantener siempre el listón alto, tanto en cocina como en bodega. Y aquí es donde el vino ocupa un lugar protagonista.

¿Por qué tanto foco en el vino?

Porque en El Motel, la carta de vinos es un pilar de su éxito. Una parte esencial de la propuesta gastronómica. La bodega cuenta con más de 400 referencias, seleccionadas con criterio y rotadas con intención. No se trata de tener mucho por tener. Se trata de tener lo que toca, en el momento justo, y saber explicarlo al cliente.

En palabras del propio Jordi: “Cuidar y gestionar correctamente esta bodega es clave para ofrecer una experiencia gastronómica completa, atractiva y diferenciada.”

Traducido, el vino es un factor estratégico. Porque define el estilo de la casa y, no vamos a engañarnos, porque también aumenta el ticket medio. 

Así que si alguien piensa que la figura de responsable de F&B es solo números, que venga un día a ver cómo se organiza el servicio en El Motel. Allí, cada decisión sobre el vino está pensada para que sume al conjunto. Y no se improvisa nada.

Una bodega con 400 referencias y muchos retos por resolver

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¿Qué implica tener una carta con más de 400 vinos? Más que un lujo, es una bomba de relojería si no tienes un sistema que te permita gestionarla con agilidad. Y eso es justo lo que pasaba en El Motel antes de implementar Winerim.

Imagina este escenario: llega una nueva añada, sube el precio de una referencia por cambios en el proveedor o en los impuestos, o simplemente hay que ajustar un vino que ya no se sirve por falta de stock. ¿La solución? Volver a imprimir la carta entera. Una y otra vez. Con cada cambio.

¿Y si solo era un detalle menor?

Da igual. Aunque fuese solo ajustar el precio de una botella, o cambiar un número en una añada, había que rehacer el documento y mandarlo a imprenta. 

Mientras tanto, el cliente, con la carta impresa delante, buscaba en su móvil cualquier información sobre el vino que quería saber y cuya información no figuraba en la carta, como es habitual en las cartas de papel. “¿Esta garnacha es de Empordà o del Montsant? ¿Tiene crianza? ¿Y con qué plato marida mejor?”
Preguntas normales, pero sin respuesta clara en una carta física. 

Jordi Subirós lo tenía claro, al sistema manual le faltaban detalles para estar a la altura del estándar del restaurante. Era un trabajo interminable el poder ofrecer una carta extensa, cuidada, y al mismo tiempo tener que enviar por correo un archivo Word a los clientes que pedían ver los vinos antes de acudir al restaurante. Todo eso restaba valor a una propuesta que, sobre el papel, debía ser impecable.

¿Y el impacto en la operativa?

Importante. Cada modificación implicaba tiempo, coordinación y más papel. Y eso afectaba tanto al servicio como al equipo. Lo que debía ser una carta dinámica, viva, conectada con la realidad del mercado y del producto, se convertía en algo rígido y lento de actualizar.

En decir, tenían el contenido, pero no la herramienta adecuada. Mucho vino, pero poca agilidad. Y en un entorno donde los detalles marcan la diferencia, eso era un punto de dolor.

Winerim, la solución que marcó un antes y un después

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¿Era la primera vez que Jordi Subirós trabajaba con tecnología para la carta de vinos? No. De hecho, en El Motel llevaban más de una década usando tablets. Fueron de los primeros en apostar por digitalizar la carta. Pero claro, una cosa es poner un PDF en una pantalla y otra muy distinta es trabajar con una herramienta diseñada específicamente para vender vino y gestionar la bodega de forma inteligente.

Antes de Winerim, tenían una app bastante funcional para su época. Permitía modificar precios, o cambiar una añada sin necesitar una carta de papel ya. Un avance, sí, pero limitado. Todo había que subirlo a mano: fotos, descripciones, fichas, etc. Un proceso que, a poco que se complicara, volvía a convertirse en un cuello de botella.

¿Qué cambió al implementar Winerim?

Básicamente, todo. Desde el primer día, el sistema empezó a trabajar a favor del restaurante y no al revés. Jordi nos cuenta que, “ahora, si hay que cambiar el precio de un vino, se hace en segundos. Si entra una nueva referencia o cambia el formato de venta, se actualiza al momento”. Sin fricciones. Sin pasos intermedios.

Y lo mejor es que el cliente lo nota. Porque ya no se enfrenta a una lista de nombres y precios sin contexto. Lo que tiene delante es una carta interactiva, ordenada, filtrable, con imágenes, descripciones claras, maridajes recomendados y toda la información que antes tenía que buscar por su cuenta en Google.

¿Quieres ver solo blancos del Empordà? Un clic.
¿Te apetece un tinto ligero para compartir? Dos filtros y tienes varias opciones con sus fichas completas.
¿No sabes qué vino elegir? La propia app te lo sugiere según tus gustos.

Esto ha cambiado por completo la forma en que los clientes interactúan con la carta. Ya no necesitan que alguien les explique cada detalle. Tienen la libertad de explorar por sí mismos, de descubrir, de comparar, de elegir con criterio. Y eso, para un restaurante con una bodega tan extensa como la de El Motel, es oro puro.

Jordi lo resume así: “Ahora, la información está disponible las 24h. Hay clientes que se sientan en la mesa sabiendo ya qué vino van a tomar. Eso, antes, era imposible.”

Y sí, es una ventaja competitiva. Porque cuando la carta trabaja a tu favor, todo fluye mejor.

Una carta viva, siempre actualizada

¿Tiene sentido hoy en día enviar un archivo Word con la carta de vinos a un cliente que te lo pide antes de su visita? En teoría, no. En la práctica, era la única opción que había hasta hace pocos años. El cliente reservaba mesa, pedía echar un vistazo a la carta de vinos y recibía por correo un documento adjunto. No era lo ideal, ni visual, ni ágil.

Hoy, gracias a Winerim, eso ha cambiado por completo. La carta ya no es un archivo de texto que mandar en un email. Ahora el restaurante puede compartir su carta con un simple enlace. El cliente lo abre desde su móvil, tablet o portátil y accede en tiempo real a todas las referencias disponibles, perfectamente organizadas, filtrables y con información completa.

¿Y qué aporta eso al cliente?

Confianza, seguridad y tiempo. Como cuenta Jordi Subirós, hay comensales que llegan al restaurante sabiendo exactamente qué vino van a pedir. Porque ya han navegado por la carta a través de Winerim, ya han filtrado por tipo de uva o maridaje, y ya han decidido.

¿El resultado? Un cliente que siente que controla la experiencia desde el minuto uno. Que disfruta de la experiencia de decidir qué vino va a tomar. Y que, además, percibe al restaurante como moderno, preparado y atento al detalle.

¿Y qué gana el restaurante con esto?

Tiempo en sala. Mejor flujo de servicio. Y algo aún más importante: la posibilidad de actualizar precios, formatos y referencias sin tener que esperar a “la próxima impresión”. Winerim permite modificar cualquier aspecto de la carta en segundos. Sin depender de diseño, ni maquetación, ni imprenta.

Una carta que está siempre actualizada, que refleja al instante lo que hay en bodega y lo que se puede vender. Así, el equipo no tiene que pedir disculpas por un vino agotado, ni improvisar explicaciones cuando cambia una añada y no se actualizó la información.

Como dice Jordi, “tener la información online las 24 horas del día es un lujo”.
Y en un restaurante como El Motel, ese tipo de lujo se traduce en eficiencia, confianza y fidelización.

Impacto en la operativa diaria

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¿Qué pasa cuando puedes modificar la carta de vinos en tiempo real, sin depender de nadie y sin complicaciones? Pues que todo el engranaje del restaurante se vuelve más ágil. Más eficiente. Más fluido. Eso es exactamente lo que ha experimentado Jordi Subirós tras implementar Winerim en El Motel.

En su día a día, esta agilidad se traduce en decisiones rápidas y bien informadas. Por ejemplo: si llega una comanda con precios más altos de lo habitual por una subida del productor, se ajusta el PVP en segundos. Si entra un vino nuevo que encaja con la temporada, se incorpora al instante en la carta digital. Y si una referencia se agota, desaparece del listado de vinos que puede ver el cliente, todo de forma automatizada.

¿Y cómo afecta esto al equipo?

Para empezar, el personal de sala trabaja con más seguridad. Ya no tienen que recordar qué vinos están disponibles, ni improvisar si algo ha cambiado desde el último turno. La información está centralizada, actualizada y accesible en todo momento. Eso elimina los errores, evita malentendidos y mejora el servicio en su conjunto.

Además, el control sobre el stock ha mejorado de forma notable. Winerim permite ver qué vinos se mueven más, cuáles rotan poco y cuáles funcionan mejor en según qué época del año. Jordi ya no tiene que tirar de intuición para decidir qué referencias mantener o sustituir. Ahora, los datos hablan por sí solos.

¿Y si mañana cambia la tendencia del mercado?

Ningún problema. La plataforma ofrece sugerencias basadas en consumo real, rotación, márgenes y estacionalidad. Así, el restaurante puede adaptarse sin perder tiempo ni dinero. No hay que esperar al cierre del mes para hacer ajustes. Se puede actuar antes. 

Jordi lo expresa de la siguiente manera: “La principal ventaja ha sido la inmediatez en la gestión diaria. Podemos realizar ajustes rápidos que antes no eran posibles.”

En un restaurante donde cada turno cuenta, poder moverse con esta soltura es una ventaja estratégica. Una forma de mantenerse un paso por delante sin tener que correr.

Más ventas, más opciones, más personalización

¿Vender más vino significa empujar al cliente a gastar más? No. Significa darle más opciones, mejor presentadas y dejar que elija con criterio. Eso es lo que pasa cuando una carta no se limita a listar vinos, sino que los explica, los contextualiza y los adapta a cada cliente.

Con Winerim, aunque tengas más de 400 referencias disponibles, te permite que cada una tenga su espacio, su visibilidad y su argumento de venta.

¿Y cómo se consigue eso?

Con una carta que estructura la información, que permite filtrarla con lógica y que convierte cada vino en una propuesta bien presentada. El cliente ahora puede navegar por estilos, precios, tipos de uva, o maridajes. Y lo más interesante: descubrir vinos que antes ni se planteaba pedir.

Jordi lo cuenta así: “Como puedes ofrecer muchas más opciones, es más agradecido. Puedes ampliar el abanico y probar productos nuevos. Cuando no tienes esta variabilidad, estás mucho más limitado.”

¿Y si no sabes qué vino sugerir al cliente?

No pasa nada. La inteligencia artificial de Winerim lo hace por ti. Literalmente. La plataforma analiza patrones de consumo, margen, rotación y tendencias para hacer recomendaciones tanto al restaurante, como al cliente final.

¿Te está funcionando bien un rosado ecológico de Navarra? Winerim te sugiere referencias similares para ampliar tu propuesta.
¿Un cliente busca vinos naturales, pero no sabe por dónde empezar? La app le propone opciones afines a sus preferencias.

Esta capacidad de personalizar la experiencia convierte a Winerim en algo más que una herramienta de consulta. Es un asistente que trabaja para que cada elección tenga sentido y cada venta, más valor.

Y claro, cuando el cliente se siente acompañado, sin sentirse empujado, el ticket medio sube. Pero sube con sentido. Porque no está comprando más por inercia, sino porque ha encontrado algo que realmente le apetece probar.

Implementación sencilla y rápida

Todo esto suena bien, pero… ¿es complicado instalar Winerim? No. Nada de eso. De hecho, según cuenta Jordi Subirós, “enviamos un Excel con el listado de nuestros vinos y los precios de venta, y ya está.”

¿Eso es todo?

Sí. Ni integraciones eternas, ni semanas de formación, ni dependencia de un técnico que hable en binario. Es un proceso simple, rápido y sin fricción.

El equipo de El Motel obtuvo una solución que automatiza prácticamente todo. Con Winerim, las imágenes, las descripciones, los maridajes, las fichas técnicas… todo se genera y se actualiza sin que el restaurante tenga que mover un dedo.

¿Y si el equipo de sala no es especialmente digital?

Tampoco importa. Winerim está pensada para usarse sin curva de aprendizaje. La interfaz es clara, visual y pensada para el día a día del restaurante. No necesitas ser un experto en tecnología para sacarle partido.

El resultado es una implantación que no interrumpe el servicio ni exige recursos. Desde el primer día, la plataforma empieza a funcionar como una extensión natural de la operativa del restaurante.

Jordi lo dice sin rodeos: “La implantación fue facilísima. Nosotros pasamos de una aplicación en la que teníamos que subir las fotos manualmente, a ahora, donde Winerim lo hace todo automáticamente.”

Y eso, en un sector donde cada minuto cuenta, es casi tan importante como las funcionalidades que ofrece la herramienta. Porque si algo te va a mejorar la vida, pero cuesta semanas ponerlo en marcha, la mayoría ni lo intenta. Aquí no pasa eso. Aquí, se hace y se usa. Sin líos.

Una herramienta recomendada sin reservas

¿Qué grado de satisfacción tiene alguien que lleva años usando Winerim a diario?

En el caso de Jordi Subirós, la respuesta es clara: “Mi nivel de satisfacción es del 100%.”

Sin matices. Sin medias tintas. Cuando algo funciona, se nota. Y cuando mejora tanto la gestión como la experiencia del cliente, no hay mucho más que discutir.

Para Jordi, Winerim es una herramienta que ha transformado su forma de gestionar el vino y de relacionarse con el cliente. Le ha ahorrado tiempo y le ha dado margen para ser más creativo, más eficiente y más estratégico con su carta.

¿Y la recomendaría?

Sí. Sin dudarlo. En sus propias palabras: “Lo recomendaría totalmente a cualquier responsable de F&B que tenga una oferta de vinos con más de 40 referencias y que le interese potenciar la oferta de vinos de su restaurante.”

Y ojo a ese detalle: más de 40 referencias. No hace falta tener una bodega de 400 vinos como la de El Motel para sacarle partido a Winerim. Basta con que tu carta tenga cierto cuerpo, y con que quieras gestionarla mejor. Con más control. Más orden. Más agilidad.

¿Y si estás en ese punto de crecimiento en el que la carta empieza a hacerse compleja?

Entonces Winerim no solo es útil, es necesaria. Porque cuanto antes empieces a ordenar, clasificar y optimizar tu oferta, mejor rendimiento vas a sacar. Evitas errores, ganas visibilidad, y te adelantas a muchos de los problemas que Jordi ya ha resuelto.

En definitiva, no se trata solo de digitalizar por digitalizar. Se trata de tener una herramienta que trabaja contigo, no contra ti. Y en palabras de quien lleva años con ella: Winerim cumple. Y lo hace con nota.

Cuando la carta de vinos impulsa la experiencia

¿Qué ha cambiado en El Motel desde que Jordi Subirós implementó Winerim?

Básicamente, todo lo que importa: más control, más eficiencia, más ventas y, sobre todo, una mejor experiencia para el cliente.

Lo que antes era una carta en papel —o una tablet que requería demasiada intervención manual—, ahora es una herramienta viva, dinámica y pensada para acompañar al cliente en todo el proceso. Desde que reserva la mesa, hasta que se sirve la copa.

Para el equipo, la diferencia también es clara. Winerim ha eliminado tareas repetitivas, ha agilizado la operativa diaria y ha aportado una visión mucho más clara del rendimiento de la bodega. Ya no se decide a ciegas. Se ajusta la carta con datos reales, se actúa con rapidez ante cualquier cambio de mercado o proveedor, y se ofrece una experiencia que realmente suma.

Para el cliente, todo eso se traduce en confianza. En una carta que informa, que orienta y que le permite explorar sin sentirse perdido. Que sugiere con criterio y que responde a sus gustos. No hay margen para el azar, ni hueco para la frustración.

Y lo mejor: todo esto no requiere ni semanas de formación, ni una gran inversión, ni un equipo técnico en plantilla. Solo hace falta tener una carta con algo de volumen, ganas de mejorar y elegir la herramienta adecuada.

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