Muchos no se ven con la confianza de elegir un vino, dejando todo en manos del sommelier o responsable de vinos
El pasado mes de marzo, el chef Martín Berasategui afirmaba en una entrevista en un medio digital que “Cada vez nos informamos más de todo […] el cliente se preocupa más por el cocinado y por la experiencia gastronómica”. El comensal, cada vez es más exigente con la experiencia entre platos y vino, y esto se acentúa en los establecimientos de alta cocina. Al mismo tiempo, sabemos por diversos estudios que más del 85% de los comensales de restaurantes de categoría afirman saber “poco o nada de vinos”.
Ante esa situación, muchos comensales afrontan con vértigo las extensas cartas de vinos de restaurantes con grandes bodegas. Esas cartas de más de 500 referencias de todos los países y regiones, entre las que elegir para cada plato. Es ahí donde entra en juego el sommelier, en el que recae todo el peso de la elección en base a las necesidades y al paladar de cada comensal.
Muchos son también los que, además de la dificultad de elegir el vino adecuado, no están dispuestos a escuchar los consejos del sommelier. En ese contexto, tenemos un comensal cada vez más exigente al que le frena el ‘juego de azar’ de elegir el mejor vino para una experiencia gastronómica óptima.
El gasto de vino por cabeza se ha reducido un 8%
España, uno de los grandes productores del vino del mundo, ha sufrido un descenso de gasto por cabeza en vino, también en los restaurantes de alta cocina. Uno de los motivos son las cartas en papel, con páginas y páginas de vinos, y con contenido técnico, que incomoda a ese 85% de comensales no técnicos del que hablábamos previamente.
Otro de los factores que afecta a los restaurantes de categoría es, a excepción de aquellos restaurantes en los que la bodega es parte del decorado del restaurante, es el hecho de que el comensal no pueda ver en vivo la botella. Y es que, como han demostrado los equipos de marketing de grandes productores de vinos, las ventas de vinos están relacionadas con el diseño y la etiqueta de la botella.
Pero, sobre todo, el comensal acude a los restaurantes de categoría a disfrutar de una gran experiencia gastronómica, que puede verse alterada por el trabajo de mirar dos cartas –la de vinos y la de platos– y la gran responsabilidad de elegir el maridaje.
Winerim tiene la solución a esos problemas
Winerim nace como respuesta a las exigencias de ese nuevo comensal que comentan los chefs Martín Berasategui, Aitor Arregi (Elkano), Javier Olleros (Culler de Pau) o Eduard Xatruch (Disfrutar). Con Winerim, el comensal toma el control de la carta de vinos, y le hace sentir un experto, pudiendo elegir, con conocimientos básicos o nulos, el vino que más se ajuste a los platos que quiera degustar, en cuestión de segundos.
Pero además, los sommelieres de los restaurantes que actualmente trabajan con Winerim lo utilizan como una herramienta de apoyo. Winerim capacita al comensal a realizar una selección entre todos los vinos de la carta, para comentar la decisión final con el sommelier. En ningún caso sustituye su trabajo, al contrario. Winerim hace fácil lo difícil, y rentabiliza la gran labor del sommelier, la carta de vinos.
Desde Winerim, hemos habilitado una demostración para todos aquellos responsables de vinos, maîtres, sommelieres, jefes de sala, propietarios de restaurantes u hoteles o agentes del mundo del vino que quieran probar su gran potencial.
Las costumbres del comensal cambian, y Winerim ayuda a la alta hostelería y a su personal a adaptarse a esos cambios.